top of page

Habituación. Hablamos de “habituación” cuando el estímulo al que se
enfrenta el perro (un ruido leve, el bozal, transportín, el primer día de collar
para el cachorro…) no tiene ninguna asociación previa. “Ninguna”, ni buena
ni mala, y nuestro trabajo es habituar al perro a ese estímulo, que de momento
es neutro, a algo positivo. El medio más sencillo es asociarlo a consecuencias
agradables, y hacerlo midiendo muy bien la sensibilidad de cada perro.
Una herramienta muy buena para habituar es el “Principio de Premack“: algo
que no te gusta mucho te lleva a una consecuencia muy agradable.

Desensibilizar. Al contrario que cuando hemos hablado de “habituación”,
desensibilizar implica que hay “algo” que causa una sensibilidad. Esto es,
repitiendo las mismas circunstancias anteriores: el ruido me da miedo, el bozal
me molesta, el collar me hace daño…). Y nuestro trabajo es cambiar esa
asociación negativa por una positiva, o por lo menos por algo neutro.
Aunque hay otras mucho más avanzadas, una de las mejores herramientas
para trabajar la desensibilización es el contracondicionamiento: asociar
consecuencias positivas a lo que hasta ese momento era “sensible”. En
algunas ocasiones, con apenas media docena de repeticiones los perros
empiezan a reaccionar.

bottom of page