Consejos a tener en cuenta sobre la procesionaria
Toda esta información no quita que la mayoría de los medios se centren en la amenaza y no nos ofrezcan suficiente información sobre qué hacer ante un caso de (mal llamada) picadura de procesionaria.
Ante todo, deberíamos tomar las siguientes precauciones:
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Prestar especial atención a los paseos por la montaña o por zonas afectadas por la procesionaria entre febrero y abril, que es el momento en el que los insectos abandonan el nido y bajan a los árboles para enterrarse en el suelo entre sus fases de larva y de pupa.
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Estar informados sobre las zonas afectadas por plaga de procesionaria para intentar evitarlas en nuestro recorrido.
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Mantener controlados a nuestros perros y atender ante posibles síntomas de contacto con la procesionaria: inquietud, inflamación de la lengua o de la cabeza, fiebre, problemas para cerrar la boca o actitud de rascado compulsivo.
Los veterinarios señalan tres fases:
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El perro se rasca con las patas en el hocico y restriega la cabeza contra el suelo de forma compulsiva.
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Puede aparecer cianosis, que es la coloración azulada de la piel y las mucosas. “La lengua se pondrá negra y se hinchará, así como la cabeza y el cuello”, puntualiza el veterinario Manuel Garrido en este artículo de Diario Sur.
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Aparecen convulsiones resultado de un shock anafiláctico. Se trata de una reacción inmunitaria generalizada en el organismo y potencialmente mortal.
Cómo actuar si tu perro toca una procesionaria
Si tu perro toca, roza, lame o ingiere una procesionaria lo más importante es llevarlo con urgencia a un hospital veterinario. Esto tiene que remarcarse, puesto que no existe tratamiento ambulatorio de ningún tipo más allá de unas acciones sencillas que podemos llevar a cabo de camino al mismo, y son las siguientes:
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Cogeremos a nuestro perro y lo alejaremos de la zona, asegurándonos de que los nervios y el dolor no provocan que vuelva a entrar en contacto con estos insectos.
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Comprobaremos su trufa y su boca para asegurarnos de que el animal puede respirar y que las vías aéreas no están obturadas. No descartéis una exploración algo más exhaustiva, pero debe ser rápida: el tiempo es fundamental.
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Debemos reducir al máximo el tiempo de contacto de la toxina con nuestro colega peludo. Pero mucho ojo, tengamos en cuenta lo siguiente:
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Lavaremos la boca del perro con suero fisiológico; si no contamos con suero, lo haremos con agua templada (la toxina se destruye mejor con agua tibia o levemente caliente).
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Lavar con cuidado y NUNCA frotar la lengua o la zona afectada, pues existe riesgo de esparcir la toxina; asimismo, lavar de dentro afuera para quitar los pelos y que el perro no ingiera la toxina. En otras palabras: el agua debe caer hacia fuera, no ir hacia el perro jamás.
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Llevar al perro lo más rápido posible al veterinario, donde se le aplicará un tratamiento con corticoides de acción rápida.